-¡No puede ser verdad! Se dijo a sí misma, no se lo podía creer, lo estaba presenciando y no creía lo que veía.
Tantas veces había soñado con cosas así que ahora tenía miedo de que tan solo fuera un sueño, pero esta vez esperaba que fuera real.
Decidida poso la mano en su antebrazo y se dio un pequeño pellizco, a penas noto como los dedos agarraban la piel pero le basto para saber que no era un sueño, que era real.
-¡Lo sabía! dijo en voz alta.
De repente sintió calor, sus mejillas estaban sonrojadas, su respiración era cada vez más agitada y su corazón latía tan fuerte que casi no podía oír lo que sucedía a su alrededor. Todo su cuerpo se estremeció al darse cuenta de que no estaba sola, había más como ella.
-¿Todos estamos aquí por lo mismo? Se pregunto, basto un solo vistazo a la multitud para responder su pequeña duda.
- ¡Sí! Se respondió a sí misma, lo dijo tan alto que quienes estaban a su alrededor se giraron, la miraron y le sonrieron. Eran sonrisas sinceras, grandes y llenas de sentimiento, eran poco comunes, pero recordaba vagamente que había visto una como esa en algún sitio.
- ¿Dónde? Pensó, recordó las sonrisas de los niños, sonrisas sinceras que no esconden los sentimientos. Ahora lo sabía, sabía que sentía algo especial, un sentimiento tan grande que no era la única que lo podía sentir, todos los presentes también lo sentían. Sería posible que no estuviera tan loca como pensaban aquellos que no sonreían, aquellos que no podían sentir lo mismo que ella, aquellos que no la entendían….
De pronto todas las luces que había a su alrededor se apagaron, dejo de ver a quienes la rodeaban pero notaba su presencia, sí aguantaba la respiración los oía respirar, sabía que estaban ahí y probablemente igual que ella seguían sonriendo.
La música comenzó a sonar, las lágrimas invadieron sus ojos cuando empezó a oír como todos daban palmas cada vez mas alto siguiendo el ritmo mientras entonaban la canción.
En ese momento supo porque estaba allí, porque era feliz, no le había tocado la lotería, no tenía un coche nuevo, ni una casa grande y no había conocido al amor de su vida, pero era feliz.
No le importaba lo que pensasen los demás, solo quería disfrutar de lo que sentía con quienes sentían lo mismo que ella, se dejo llevar y vivió el momento, al fin y al cabo cuando todo y todos desaparecen es lo único que queda, los grandes momentos como este, los no guardamos en la mente, los que llevamos grabados en el corazón.